Toda la verdad sobre el cuento de la Bella Durmiente

Jun 13, 2020 | CURIOSIDADES

Durante toda nuestra vida nos han narrado el cuento de la Bella Durmiente como una historia típica de Disney: luminosa, romántica, idílica y para todos los públicos. De manera lógica, una marca como la creada por Walt Disney busca exagerar los valores de sus relatos y encontrar una narrativa que entronque con el conocimiento de los más pequeños. Lo que no es tan sabido entre el gran público es que muchas de sus películas, incluyendo esta de la Bella Durmiente, están basadas en cuentos con un reverso mucho más tenebroso que de conocer ya no podríamos ver de la misma forma esos clásicos que endulzaron nuestras infancias.

La Bella Durmiente, o cómo un cuento para niños puede dar nombre a una enfermedad de las llamadas raras

Esta historia de amor universal, una de las favoritas entre los más pequeños, estaba basada de manera libre en una colección de cuentos napolitanos publicados en 1635. ‘Talía, Sol y Luna’, escrito por Giambattista Basile, daba mucho más miedo que la versión del siglo XX que tanto nos gusta. En ella, no existía un verdadero príncipe, no había amor (y sí delitos que no vamos a narrar aquí), mucha más violencia y una protagonista, Talía, la cual entro en una especie de coma que con el paso de los años (y los siglos) ha dado nombre a una enfermedad.

También conocida con los nombres, el Síndrome de Kleine Levin o de la Bella Durmiente es una de esas enfermedades a las que llamamos raras y está caracterizada porque quienes la padecen sufren accesos cíclicos de hipersomnia. Es decir, cantidades excesivas de horas de sueño de hasta 20 horas al día. Unos procesos que pueden llegar a durar entre días a semanas y durante los cuales los enfermos solo se despiertan para comer cantidades excesivas de alimentos.

Y cuando las personas que presentan esta patología están despiertas, también se pueden presentar trastornos del carácter como irritabilidad, irascibilidad, carencia de energía, apatía, emociones nulas, desorientación y alucinaciones.

Descubierta en 1925 por Willie Kleine y corroborada en 1936 por Max Levin (de ahí su nombre científico), las probabilidades de ser afectado por ese raro trastorno neurológico de origen desconocido son de uno entre un millón. Y atendiendo al historial documentado, se puede decir a día de hoy que suele afectar principalmente a varones en edad adolescente. Afortunadamente, los síntomas asociados al síndrome Kleine-Levin va disminuyendo conforme va transcurriendo el tiempo. Por norma general, en un período que va desde el octavo año de su diagnóstico al duodécimo, la frecuencia e intensidad de los episodios se reducen.

Lamentablemente, el síndrome Kleine-Levin no tiene un tratamiento definitivo. Según dictaminan los expertos. Así mismo, si bien no hay un remedio médico para acabar con la enfermedad como tal, la prevención de las manifestaciones del síndrome tiene una base terapéutica formada por la toma de litio y una combinación de hábitos regulares del sueño y la vigilia, más el cero consumo de alcohol.

Ahora que ya conocemos la existencia de esta rara enfermedad, así como sus manifestaciones y síntomas, tenemos más claro porque preferimos los finales felices de las películas de Disney que la triste realidad. Y lo que también tenemos claro es que nunca más volveremos a ver ‘La Bella Durmiente’ de la misma forma.