Cómo ganar peleas infantiles

Sep 21, 2020 | CONSEJOS, INFANTIL

Ocurre motivado por el paso del tiempo. Entre el año y medio y los tres años, las peleas infantiles se normalizan entre los más pequeños. Por un lado, las de índole más físico que suelen producirse entre los propios infantes. Aunque no hay que preocuparse excesivamente con esto, ya que es una manera de interacción entre ellos y su puerta de entrada a las relaciones sociales con el mundo, hay que saber atajarlas con pedagogía y tacto. En este periodo vital de los peques, se han vuelto más egocéntricos porque han comprendido su propia voluntad, su yo y, sobre todo, la manera de defender lo que quieren. Y entre sus principales querencias, está la de decidir por si mismos la hora de irse a la cama.

Consejos para que las peleas con tus hijos se conviertan en estímulos para su educación

– Venga, hijo. Es hora de irse a dormir.

– ¡No! Un ratito más.

– No, sabes que mañana hay cole y tienes que madrugar.

– Solo un ratito.

– Te he dicho que no. A dormir.

– ¿Y por qué no?

Cortamos aquí este diálogo tan común y cotidiano porque podría extenderse hasta la propia madrugada. Cuando llegan los “¿y por qué no?”, el resto de preguntas y la aparición de su propia personalidad, las peleas infantiles se extienden casi las 24 horas del día. Es aquí cuando los padres comenzarán a sentar las bases de su educación. Argumentar, emplear la inteligencia, ser pedagógicos y utilizar la psicología, serán claves para conseguir tus objetivos. Entre ellos, conseguir que cada noche no sea una batalla porque los peques no quieren irse a dormir.

Cuando llegan a la edad de plantearse todo, incluyendo la autoridad paternal, los niños se vuelven inconformistas y buscan empujar los límites a base de negociaciones. Por muy infantiles y básicas que estas sean, y a pesar del amor que les procesamos, como padre no podemos ceder al chantaje y, sobre todo, a perjudicar con ello su bienestar, su educación y su salud.

ESTRATEGIAS PARA GANAR LAS PELEAS INFANTILES

 Lo ideal es aplicar diferentes estrategias y seguir una serie de pasos:

Acuerda con ellos pequeños tratos que estimulen su inteligencia

Aunque te pueda parecer contradictorio, esto no es sinónimo de perder batallas o de mostrar algún tipo de sumisión. Al contrario, los pequeños comprobarán que tienen pequeños espacios, que consiguen ciertos objetivos y reforzaremos su inteligencia, sus valores y su autoestima.

No perder nunca el control

Perder el control es sinónimo de agotar la paciencia. Y agotar la paciencia conlleva a otras consecuencias como los gritos, las frases hirientes y el espiral de lloros. Una frustración generalizada que solo puede enraizar el ambiente familiar. Porque además del bienestar del niño, también está el nuestro. Respira, para la discusión durante unos segundos y recuerda quién es el adulto. Es entonces cuando podrás explicar a los más pequeños los porqués de tus decisiones.

Puedes elegir tus batallas

Inspirado en cierta medida en el primer consejo, hay ocasiones en las que tú mismo podrás comprobar que se está discutiendo por nimiedades y detalles que no van a afectar a su seguridad, su educación, su bienestar o su salud. A veces, esta practicidad va a reducir el número de lloros, reforzará la seguridad del niño y será un alivio para la tranquilidad del hogar.

Evita las luchas de poder

No conviertas tu hogar en un congreso de los diputados. En ocasiones puede resultar que, desde muy pequeños, los niños muestren una personalidad arrolladora. Casi sin esfuerzo, tratan de imponer su ley a unos padres que solo pueden sorprenderse ante tanta fuerza mental. Este tipo de situaciones puede convertirse en la premisa de una historia más desagradable donde los padres castigan sin parar porque no saben cómo controlar la situación y los niños solo lloran o se enrabian. Adelántate a este status quo y no seas partícipe de discusiones tontas y eternas. Sé práctico, claro, firme y muestra autoridad paternal con cariño, amor y comprensión.

Sorpréndelos con ingenio y psicología

Desde la propia psicología inversa a la invención de consecuencias sorprendentes para ellos, puedes crear situaciones en las que no sepan ni cómo actuar e incluso olviden el motivo de su pelea. Por ejemplo, si no hay manera de que recojan los juguetes, aunque tú se los hayas dicho miles de veces, escóndelos en algún lugar inesperado. Cuando se agobien al no encontrar su paradero y sepan lo que ha ocurrido, la próxima vez no quedarán esparcidos por el suelo.