Narcolepsia: Síntomas, causas y tratamiento

Ene 25, 2024 | NARCOLEPSIA | 0 Comentarios

La narcolepsia está considerada como la enfermedad del sueño debido a cómo puede inducir al sueño en los momentos y lugares menos esperados. Un trastorno tan extendido que encontró en el 22 de septiembre su día internacional para reivindicar a los afectados.

En este artículo, analizamos sus causas, los síntomas que favorecen su aparición y una serie de consejos que paliarán sus efectos y mejorarán la calidad de descanso de aquellos que la padecen.

Qué es la narcolepsia

La narcolepsia es un trastorno del sueño que va más allá de la imagen popular a la que hemos asociado. Es decir, no solo provoca que el que la padece pueda quedarse dormido mientras mantiene una conversación, también existen diferentes grados y otros síntomas que la definen.

Este trastorno del sueño está considerado una patología crónica, además de una enfermedad autoinmune que aún no tiene cura. Y como decíamos, no solo provoca una inducción al sueño repentina y aleatoria, también incluye otros trastornos del sueño. Es decir, dificultad para mantenerse despierto, pasar directamente a la fase REM sin entrar antes en las otras etapas del sueño, somnolencia diurna y, por tanto, las consecuencias que provoca todo ello: problemas para socializar, baja autoestima y dificultades para conciliar la vida laboral o la familiar.

En la actualidad, la narcolepsia afecta a 1 de cada 2.000 personas. Una incidencia lo suficientemente recurrente como para establecer una jornada conmemorativa que reivindique los derechos de los que la padecen y la importancia de seguir estudiando sus orígenes. Es por ello que el 22 de septiembre se celebra el Día internacional de la narcolepsia.

Además de los trastornos del sueño ya comentados, la narcolepsia también elimina de alguna manera la diferencia entre el sueño y la vigilia. Los afectados por este trastorno deben lidiar con un estado semionírico que puede imposibilitar la vida laboral, social y familiar.

A veces, quienes padecen de narcolepsia pueden experimentar alucinaciones y parálisis muy similares a las que provoca el propio sueño. Con este telón de fondo, es muy proclive que los enfermos de esta enfermedad sientan vergüenza y encuentren dificultades sociales, tendiendo así a la marginación. Por todo ello, los trastornos psicológicos acaban considerándose una consecuencia más de la narcolepsia.

Respecto a las causas, la ciencia aún no ha podido establecer ningún origen exacto. A día de hoy se especula con que puede hacer aparición en personas con niveles muy bajos de hipocretina, una sustancia química que se encarga de regular la vigilia y el sueño MOR (la fase de movimientos oculares rápidos). Esta causa sería de origen autoinmune.

Otras teorías médicas fijan el origen en factores genéticos, aunque el riesgo actual de una narcolepsia heredada de padres a hijos es del 1%.

Tipos de narcolepsia

Existen dos tipos principales de narcolepsia que se distinguen por sus características clínicas y biológicas.

En primer lugar, la narcolepsia tipo 1 se caracteriza por la presencia de somnolencia diurna excesiva, cataplejía y niveles anormalmente bajos de hipocretina en el líquido cefalorraquídeo. La hipocretina es un neurotransmisor importante en la regulación del sueño y la vigilia.

Por otro lado, la narcolepsia tipo 2 también incluye la somnolencia diurna excesiva, pero carece de cataplejía y presenta niveles normales de hipocretina.

La somnolencia diurna excesiva es un síntoma común en ambas formas de narcolepsia. Los afectados experimentan una sensación persistente de fatiga mental, falta de energía, extrema somnolencia, dificultades de concentración y estados de ánimo deprimidos, incluso después de haber tenido una noche de sueño aparentemente normal.

Estos episodios de sueño involuntario pueden durar apenas segundos. Es decir, nos pueden llevar a la percepción de que no han interrumpido sus actividades. Esto plantea un riesgo significativo cuando se realizan tareas como conducir, ya que pueden perder el control o estar expuestos a accidentes.

La cataplejía, por otro lado, es una característica distintiva de la narcolepsia tipo 1 y se manifiesta como una repentina pérdida de tono muscular voluntario durante la vigilia. En casos severos, los pacientes pueden experimentar una debilidad tan intensa que les impide moverse, hablar o mantener los ojos abiertos, a pesar de estar completamente conscientes.

Además de la somnolencia diurna excesiva y la cataplejía, las personas con narcolepsia también pueden experimentar parálisis del sueño, una condición en la que son temporalmente incapaces de moverse o hablar al quedarse dormidos, pero siguen siendo conscientes de su entorno.

Además, pueden experimentar alucinaciones, conocidas como alucinaciones hipnagógicas al inicio del sueño y alucinaciones hipnopómpicas al despertar.

Factores de riesgo de la narcolepsia

Predisposición genética: La genética desempeña un papel en la susceptibilidad a la narcolepsia. Se ha observado una relación entre la enfermedad y el gen HLA-DR2, que sugiere una influencia de los antecedentes familiares. Sin embargo, es importante destacar que esta predisposición genética se encuentra en menos del 5% de los casos. Es decir, la mayoría de las personas afectadas no tienen antecedentes familiares de la enfermedad.

Factores ambientales: La interacción entre factores genéticos y ambientales es fundamental en la narcolepsia. Ciertos factores ambientales, como el estrés, infecciones, cambios hormonales, traumas emocionales y problemas en el funcionamiento del sistema inmunológico, pueden desencadenar o agravar los síntomas de la narcolepsia. Estos factores pueden contribuir al inicio o la exacerbación de la enfermedad en personas genéticamente predispuestas.

Trastorno autoinmune: Se ha postulado que la narcolepsia podría estar relacionada con un trastorno autoinmune. Esta teoría señala que el sistema inmunológico ataca las neuronas hipocretinérgicas o los receptores en los que debería funcionar el neurotransmisor hipocretina. Esta disfunción autoinmune podría explicar la destrucción de las neuronas hipocretinérgicas y, por lo tanto, la aparición de la narcolepsia.

Infección de las vías respiratorias superiores: Existe la posibilidad de que la narcolepsia se desarrolle como consecuencia de una infección de las vías respiratorias superiores. Esta relación entre la infección y la narcolepsia podría significar que algunos agentes infecciosos podrían desencadenar una respuesta autoinmune que contribuye al desarrollo de la enfermedad.

Lesión craneoencefálica: Aunque infrecuente, se ha observado que la narcolepsia puede ser causada por lesiones craneoencefálicas. Estas lesiones pueden afectar áreas específicas del cerebro que regulan el sueño y la vigilia, conduciendo, por tanto, a los síntomas característicos de la narcolepsia.

Otras afecciones médicas: En casos excepcionales, la narcolepsia puede ser secundaria a otras afecciones médicas, como la sarcoidosis o un accidente cerebrovascular. Estas condiciones médicas pueden interferir con el sistema de regulación del sueño y, en consecuencia, desencadenar o contribuir a la narcolepsia.

Causas de la narcolepsia

Como decíamos antes, la narcolepsia es un trastorno complejo cuyas causas exactas aún no se comprenden completamente, aunque la ciencia sí ha podido identificar varios factores que pueden contribuir a su desarrollo:

Predisposición genética: Existe una correlación entre la narcolepsia y ciertos genes. Esto podría significar que los antecedentes familiares pueden desempeñar un papel importante en la predisposición a esta enfermedad. Y aunque esta predisposición genética es un factor relevante, deberíamos destacar que la mayoría de los casos de narcolepsia no tienen una relación hereditaria evidente y obvia.

Bajos niveles de hipocretina: Uno de los hallazgos más significativos en la narcolepsia es la disminución de los niveles de hipocretina, también conocida como orexina, en el líquido cefalorraquídeo de las personas afectadas. La hipocretina es una hormona que juega un papel crucial en la regulación del sueño y la vigilia, y su deficiencia se considera un factor contribuyente en el desarrollo de la narcolepsia.

Respuesta autoinmune: Hay corrientes que señalan que un mecanismo autoinmune podría estar involucrado en la narcolepsia. Esta teoría es la que más habla de cómo el sistema inmunológico del cuerpo puede atacar y dañar las neuronas productoras de hipocretina o los receptores en los que esta hormona ejerce su función. Es decir, esta respuesta autoinmune podría ser responsable de la falta de hipocretina observada en las personas con narcolepsia.

Factores ambientales: La interacción entre factores genéticos y ambientales es esencial en la narcolepsia. Ciertos factores ambientales, como el estrés, infecciones, cambios hormonales y traumas emocionales, se han asociado con el desencadenamiento o el empeoramiento de los síntomas de la narcolepsia. Todos ellos pueden interactuar con la predisposición genética para precipitar la aparición de la enfermedad.

Lesión cerebral: Aunque es lo menos común, la narcolepsia puede estar relacionada con lesiones cerebrales. Lesiones traumáticas, tumores cerebrales o enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple pueden afectar áreas específicas del cerebro que regulan el sueño y la vigilia.

Síntomas de la narcolepsia

Estos son los síntomas más habituales entre los pacientes que sufren y padecen de narcolepsia.

Somnolencia diurna excesiva: Este síntoma es una de las manifestaciones más conocidas de la narcolepsia. Las personas afectadas por este trastorno pueden experimentar episodios de sueño repentino y sin previo aviso en cualquier momento del día. Esto es bastante peligroso, especialmente si ocurre mientras están realizando actividades como conducir. La somnolencia diurna excesiva puede persistir a pesar de haber tenido una noche de sueño normal.

Cataplejía: La cataplejía es otra característica distintiva de la narcolepsia y se manifiesta como una pérdida súbita del tono muscular. Este síntoma puede provocar dificultades en el habla o debilidad total en la mayoría de los músculos. Los episodios de cataplejía suelen ser desencadenados por emociones intensas y pueden durar desde segundos hasta varios minutos.

Alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas: Las personas con narcolepsia a menudo experimentan alucinaciones visuales o auditivas justo antes de quedarse dormidas (hipnagógicas) o al despertar (hipnopómpicas). Estas alucinaciones pueden ser vívidas e inquietantes, contribuyendo aún más a la complejidad de los síntomas de la narcolepsia.

Parálisis del sueño: La parálisis del sueño es una condición en la que las personas son temporalmente incapaces de moverse o hablar mientras están cayendo dormidas o despertando. Aunque son conscientes de su entorno, la sensación de inmovilidad puede ser aterradora.

Sueño nocturno perturbado: La narcolepsia también afecta el sueño nocturno, causando un aumento en los despertares durante la noche. Esto puede llevar a un patrón de sueño fragmentado y a la sensación de fatiga crónica durante el día.

Fatiga y sensación de cansancio constante: Además de la somnolencia diurna excesiva, las personas con narcolepsia a menudo experimentan una fatiga constante y una sensación de cansancio, dificultando así la capacidad para llevar a cabo actividades diarias con normalidad.

Depresión: La narcolepsia también está asociada con un mayor riesgo de desarrollar síntomas de depresión. La combinación de los síntomas de la narcolepsia y las dificultades en la vida cotidiana puede tener un impacto significativo en la salud mental de los afectados.

Dificultad para concentrarse y memorizar: Las personas con narcolepsia pueden experimentar dificultades en la concentración y la memoria, afectando, por tanto, al desempeño laboral.

Sensación de hambre que impulsa a comer sin control y sobrepeso: Algunos afectados por la narcolepsia experimentan una sensación de hambre intensa y compulsiva que puede llevar a un consumo excesivo de alimentos, lo que a su vez puede contribuir al aumento de peso.

Cómo saber si tienes narcolepsia

La identificación de la narcolepsia se basa en la observación y evaluación de una serie de síntomas característicos que hemos analizado a lo largo del artículo.

Uno de los indicadores más destacados es la somnolencia diurna excesiva, en la que las personas experimentan episodios de sueño repentino y no programado en cualquier momento del día, incluso después de haber tenido una noche de sueño aparentemente normal. Esta somnolencia puede ser peligrosa, especialmente cuando se realiza alguna actividad como la conducción, y persiste como un rasgo distintivo de la narcolepsia.

Otro síntoma evidente es la cataplejía, que se presenta como una pérdida súbita del tono muscular, a menudo desencadenada por emociones intensas. Los episodios de cataplejía pueden variar en duración y afectar la capacidad de hablar y moverse, agregando mayor complejidad a la presentación clínica de la narcolepsia.

Las alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas son experiencias visuales o auditivas vívidas que ocurren justo antes de quedarse dormido (hipnagógicas) o al despertar (hipnopómpicas).

La parálisis del sueño, en la que las personas son momentáneamente incapaces de moverse o hablar al quedarse dormidas o despertar, es otra característica que revela la presencia de este trastorno.

Además de estos síntomas clave, la narcolepsia puede manifestarse con un sueño nocturno perturbado, fatiga constante, sensación de cansancio, depresión, dificultades en la concentración y la memoria, y una sensación de hambre compulsiva que puede llevar al sobrepeso.

Estos signos y síntomas, aunque varían en su intensidad y presentación, son fundamentales en la identificación y diagnóstico de la narcolepsia, un trastorno del sueño que, como ya hemos visto, puede impactar en la vida de quienes lo padecen.

Cómo se detecta la narcolepsia

El diagnóstico de la narcolepsia implica una serie de pruebas y análisis destinados a confirmar la presencia de este trastorno del sueño.

En primer lugar, se realiza un detallado historial del sueño, donde se recopila información sobre los patrones de sueño y los síntomas del paciente. La escala de somnolencia de Epworth es una herramienta muy utilizada para evaluar el grado de somnolencia diurna.

Los registros de sueño son otra parte fundamental del proceso diagnóstico, donde se solicita al paciente que mantenga un registro de sus patrones de sueño durante una o dos semanas. Esto permite al profesional de la salud analizar la relación entre el patrón de sueño y el estado de alerta del paciente.

La polisomnografía es una prueba en la que se emplean electrodos colocados en el cuero cabelludo para medir señales cerebrales durante el sueño. Esta prueba se realiza en un centro médico y requiere que el paciente pase una noche bajo supervisión médica.

Además, se puede realizar la prueba de latencias múltiples del sueño, que evalúa cuánto tiempo tarda una persona en quedarse dormida durante el día. Esta prueba implica la toma de varias siestas en un centro del sueño, con un período de dos horas entre cada siesta.

En ocasiones, se pueden llevar a cabo pruebas genéticas para determinar si existe riesgo de narcolepsia tipo 1 y, en caso afirmativo, se puede realizar una punción lumbar para medir los niveles de hipocretina en el líquido cefalorraquídeo.

Todas estas pruebas son las más obvias a la hora de confirmar el diagnóstico y descartar otras posibles causas de los síntomas, como la falta de sueño, el uso de medicamentos sedantes o la apnea del sueño.

Narcolepsia, la enfermedad del sueño

Complicaciones derivadas de la narcolepsia

La narcolepsia, como trastorno del sueño crónico, puede dar lugar a diversas complicaciones que afectan la calidad de vida de quienes la padecen.

Una de las complicaciones más evidentes es la somnolencia diurna excesiva, que puede resultar en accidentes de tráfico, laborales o en actividades cotidianas. La cataplejía, caracterizada por la pérdida repentina del tono muscular, también puede generar caídas y lesiones. La fatiga crónica y la dificultad para concentrarse y memorizar pueden afectar negativamente el rendimiento académico y laboral.

Además, la narcolepsia se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar trastornos psicológicos, como la depresión.

Qué tan peligrosa es la narcolepsia

 La somnolencia diurna excesiva puede dar lugar a situaciones de alto riesgo, como accidentes de tráfico o laborales, debido a los episodios de sueño repentino e incontrolable. La cataplejía, que puede provocar una pérdida súbita de tono muscular en respuesta a emociones intensas, también puede ser peligrosa, ya que puede causar caídas y lesiones.

En definitiva, la narcolepsia es un trastorno que, si no se trata adecuadamente, puede tener implicaciones significativas para la seguridad y la calidad de vida de quienes la padecen.

Qué órganos afecta la narcolepsia

 La narcolepsia no se considera una enfermedad que cause daño directo a órganos específicos del cuerpo. Sin embargo, se caracteriza por la disfunción del sistema hipotálamo-hipocretina, que regula la regulación del sueño y la vigilia. Es decir, si bien no afecta directamente a órganos específicos, los síntomas de la narcolepsia, como la somnolencia diurna excesiva y la cataplejía, pueden tener un impacto en la calidad de vida y la seguridad de quienes la padecen.

Qué pasa en el cerebro con la narcolepsia

 La narcolepsia involucra al cerebro de varias maneras significativas. Uno de los aspectos clave es la presencia de bajos niveles de hipocretina, un neurotransmisor vital en la regulación del ciclo sueño-vigilia.

Estos niveles deficientes de hipocretina se relacionan con la destrucción de las células que la producen, ubicadas en el hipotálamo, una región crucial en el control de muchas funciones, incluyendo el sueño. Siguiendo esta premisa, este trastorno estaría vinculado a una disminución en la disponibilidad de hipocretina en el cerebro.

Además, y como decíamos antes, ya hay estudios que señalan que un componente autoinmune podría estar detrás de la narcolepsia, donde el sistema inmunológico del cuerpo ataca sus propias células y tejidos, incluyendo las neuronas productoras de hipocretina. Esta respuesta autoinmunitaria puede desencadenar la destrucción de estas neuronas, agravando aún más la falta de hipocretina en el cerebro.

Por último, la narcolepsia también se relaciona con anomalías en el sueño REM, una fase vital del ciclo de sueño. Muchos de los síntomas de la narcolepsia se asemejan a lo que sucede durante el sueño REM, incluyendo la debilidad muscular, la parálisis del sueño y las alucinaciones.

En definitiva, todas estas similitudes nos hablan de que la narcolepsia afecta la sincronización y el control del sueño REM.

Tratamiento de la narcolepsia

Hay cierto tipo de enfermedades que provocan más problemas derivados que los de sus propios síntomas. Es decir, más allá de las molestias, dolores y síntomas, lo peor está en sus consecuencias sociales. Y como ya hemos visto, la narcolepsia es uno de estos trastornos que originan más inconvenientes en la calidad de vida del enfermo.

Además de seguir las recomendaciones y el tratamiento del médico (nunca hay que saltarse la medicación y ante cualquier pregunta, es de vital importancia consultar con el especialista), es importante mantener una serie de hábitos que incidirán positivamente en los diferentes síntomas de la narcolepsia.

Tratamiento natural de la narcolepsia

  1. Ser regular en los horarios del sueño

Al tratarse de un trastorno relacionado con el sueño, lo más importante es poner el foco en los hábitos del descanso. Y eso empieza por ser regular en nuestros horarios, acostándonos y levantándonos siempre a la misma hora. Por supuesto, intenta dormir ocho horas por la noche, y programa siestas diarias que no superen los 25 minutos de duración.

  1. Duerme en un colchón de calidad

Es importante contar con el mejor equipo de descanso posible. Esto conlleva disponer de un colchón que se adapte a nuestra forma de dormir (tú mejor que nadie conocerá los niveles de adaptabilidad, firmeza y transpiración que necesitas).

  1. Controla los factores externos a la hora de descansar

Existen una serie de elementos que pueden mejorar o empeorar la calidad de nuestro descanso. Desde los niveles de iluminación y ruidos que hay en el dormitorio hasta la presencia cercana de dispositivos electrónicos. Lo ideal es contar con una habitación oscura, insonorizada, bien climatizada y que no albergue los mencionados dispositivos electrónicos que pueden alterar nuestros ritmos circadianos.

  1. Mantén una dieta sana y equilibrada

No solo es importante comer bien y no abusar de las cenas copiosas para regular nuestra conciliación del sueño, sino que también habrá que poner el foco en cualquier medicamento que estemos tomando. Y, por supuesto, evitar el alcohol, el tabaco y la cafeína.

  1. Practicar ejercicio físico

Bastará con realizar entre 30 y 45 minutos de práctica deportiva de manera diaria para que experimentemos sus beneficios. Y no solo a nivel físico, sino también anímico. Además, es importante que el ejercicio físico nunca se realice a última hora del día o afectará a nuestros ritmos circadianos.

  1. No ocultes la narcolepsia

Es importante hacer pedagogía con la narcolepsia. Hablar de sus síntomas con otros nos ayudará a nosotros mismos a asimilar y normalizar la enfermedad. Hazlo con tus compañeros de trabajo, pide flexibilidad en los horarios con tus seres queridos y, si es necesario, no dudes en beneficiarte de la terapia psicológica.